Su vientre sostenía,
la verdad de la vida,
la alegría de su corazón,
la sensatez de su decisión,
la omnipresente sabiduría,
de todos los tiempos.
Su boca lloraba,
mares de ilusiones,
mientras que,
el sentido del río tomó forma de nido,
albergaba el secreto,
de todos los tiempos.
Entonces, emanó el egoísmo
de dos cuerpos estériles,
se abrieron las cortinas de la vanidad,
y subrayaron planes de individualidad,
para dejar al fin solo una pregunta...
en ese corazón joven:
¿Qué hubiera pasado si?
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