El sol a las cuatro
Es tierna su caricia,
mas debemos esperar días,
meses, años, para que eso ocurra.
El solsticio de verano,
así como ocurre anualmente
también ocurre en nuestras vidas.
Se llega a él sabiendo,
que no habrá otro día como él.
se llega a él, esperando pasar días, meses, años con él.
Tal vez el amor sea así,
como el sol a las cuatro,
como el solsticio de verano,
sólo sabemos que llega una vez,
y sabemos que debemos esperar por él.
Quizás el amor después de todo
no es el sol de las 10 de la mañana,
ni es el sol de las 2 de la tarde,
sino,
aquel que yace en la madurez,
alumbra sin sofocar
y motiva sin preguntar.
Aquel que acompaña el camino
y desea sin presionar,
y quiere sin pedírselo.
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