Sus ojos hirientes
sollozaban de rencor.
Su mirada causó en ella, estupor,
así como el desvanecimiento de una ilusión.
Descarriada por la muerte de esta,
renegó de haber nacido para amar
y de haber amado más de lo que otros
estaban dispuestos a amar.
Finalmente, se convenció que este mundo no la amaba a ella,
y ella no tenía porqué tener esperanza en ese mundo,
Su presente la hería más que su pasado,
pues ella jamás había amado.
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