y un abrazo tierno,
por qué no,
un sueño encerrado,
en los límites de la locuacidad.
Aún navegando en mi mente,
la música no se escucha,
mas bien
retumba en los corazones jóvenes.
La caricia de sus besos,
abren sus ojos al mundo,
intuyendo que no dormirá jamás
y que vigilaría lo que ahora,
le quitaba el sueño.
La complicidad de haberse encontrado,
y la constatación de vivir,
sólo para intentarlo todos los días de su vida.
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