Y tus besos,
no, los recuerdos,
no los recuerdo.
Ella yacía en sus piernas,
embriagada
de amor total
contemplando
la oscuridad
que los rodeaba,
mientras le decía:
Te quiero.
Se prometieron tanto,
pero aquello
solo duraría,
lo que dura una noche.
Embriagados de la idea de amor,
se prometieron amor eterno,
y danzaron,
bajo la lluvia de niños,
en un parque que apenas conocían,
se miraron confluyentes
pero confundidos
por lo que acababa de pasarles,
sollozaban
y ditiraban constantemente
como el sonido de un niño
cuando llora,
estremecedor fue así su final,
fantasioso fue así su inicio,
y sus dudas corrompieron solo su ilusión,
mas saboreando la hiel de la experiencia,
comprobaron que la vida esta para vivirse
y no para esperar...
que les pase
y les suceda
aquello inesperado
que creyeron haber encontrado.
Sonrieron juntos
y dibujaba el risueño de su boca,
y besaba el letargo de sus ojos,
y acariciaba el recuerdo
de aquella primera vez,
de la futil noche
y su inesperado desencuentro;
de la futil noche
y su bello desenlace.
Conjugaban los sueños,
sentados en una banca,
mientras la vida
confabulaba para ellos:
la promesa de un amor eterno.
Me dijo:
ofreciste aquello que no tenías,
él enfrentó con severidad,
en sus ojos, que no,
que la quería,
mientras abrazados
recorrieron miles de villas,
y bosques,
y cuadras,
y lluvias,
y parques,
y miradas,
mientras tanto sus ojos,
escondían y retardaban
una verdad incómoda,
aquella que desmerecía ser descubierta.
No-dijo ella- se aferró,
como el hielo al metal,
como la cerveza al papel,
mas, cuando se secó,
encontró solo una mancha,
sin poder remediar
aquello que le había pasado.
Personal delirio
de una enriquecida imaginación,
creación de locuras
y albergue de orgullo,
así como cultivo de egoísmo,
ahora atravesaba el sendero
que habían construido.
Ahora ese mismo amor,
lo incendiaba todo,
mientras el carro saltaba
y su mente volaba
como su estómago a punto
de salirse por la boca,
y tiraba,
y cerraba sus ojos,
esperando... esperando...
que aquello pasara,
que el dolor feneciera,
y que su cuerpo levitara,
que mirara nuevamente
la vida con optimismo;
mientras sus pupilas
se dilataban y
enrojecieran en llanto
apenas sola en un baño,
apenas sollozaba en silencio,
mientras la música demencial
retumbaba en sus oídos
y veía la gente pasar,
y ella sentada...
esperando... esperando...