"Era así"...
dice una cuerda a otra.
"Era como tal"
dice la otra a la tercera.
"Era como ellos dos"
dicen las tres al mismo tiempo.
La primera,
formó su aspecto,
adusto y entusiasta,
como el vino de la primera salida,
que reblandece con los años.
La segunda,
se convirtió en
delicada y esmerado,
como el primer regalo que nos dimos,
y continua sorprendiéndonos.
La tercera
se volvió de sonido grave,
disruptor y conversador,
como la noche en que entramos en razón,
y recuerdan que el diálogo es la mejor solución.
La cuarta,
nació de la espera,
paciente y calmada,
como las veces que nos esperamos cuando es muy tarde,
y significan que siempre avanzaremos juntos.
La quinta,
se contrajo de momentos,
agudos y precisos,
como la vida que estamos hilvanando juntos.
Así como en la vida, en nuestra música:
Algunas cuerdas, su sonido se volvió grave,
en otras, su sonido se convirtió agudo,
en algunas no son graves ni agudas,
en otras, su sonido se convirtió agudo,
en algunas no son graves ni agudas,
son fuertes y resistentes.
Y solo unas pocas no tienen sonido...
pero tienen un color que las distingue,
agregándole personalidad,
y son únicas como nuestra relación.
"Te propongo componer una canción,
albergar las cuerdas que por las riñas se volvieron graves,
y tomar aquellas que por el amor que nos tenemos, se volvieron agudas".